El aumento en la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera y su impacto consecuente en la temperatura media del planeta es un aspecto ya conocido por la población. La investigación científica nos demuestra que el ser humano ha tenido una incidencia directa sobre este fenómeno, relacionado principalmente a la utilización de combustibles fósiles para el desarrollo de nuestras actividades.
La relación directa entre la generación de emisiones de GEI y las actividades humanas provocan que tanto un aumento como una disminución en la intensidad de nuestros procesos genere una afectación en el nivel de emisiones. A la fecha, como parte de las medidas sanitarias establecidas a nivel mundial para la atención del COVID-19, se ha generado una reducción global en las emisiones de GEI, provocada justamente por una disminución en el uso de recursos fósiles para nuestros traslados, así como producción de bienes y servicios.
A nivel organizacional es esperable que el comportamiento de las emisiones de GEI repita esta tendencia. Es importante por ende reconocer que no en todos los casos esta disminución se genere debido a mejoras en eficiencia de procesos o acciones de reducción planificadas, sino que parte importante podría deberse a la disminución en las ventas, así como en la producción o servicios brindados, efectos directos o indirectos de las medidas tomadas para la atención de la pandemia.
Asimismo, la afectación en la operación regular debido a las medidas de seguridad tomadas, podrían afectar la continuidad de prácticas de recopilación de datos y cálculos de los inventarios de GEI. Resulta importante entonces realizar adaptaciones de proceso que podrían implicar la modificación de plazos para recopilación de datos, variación de las responsabilidades asignadas según el personal disponible, aprovechamiento de sistemas digitales para la obtención de información, entre otros.
De igual forma, la situación actual genera una afectación directa en el capital financiero disponible para la ejecución de proyectos de inversión para la reducción de emisiones. Por lo tanto, resulta importante identificar oportunidades para la reducción de emisiones que no necesariamente impliquen cambios en tecnología o equipos, por ejemplo: la búsqueda de eficiencia de procesos activos.
Finalmente, es importante notar que nos enfrentaremos a un reto de alta relevancia una vez que la situación por la emergencia COVID-19 pueda restablecerse de cierta manera. Debemos procurar evitar un aumento significativo en nuestras emisiones, a través del uso de métodos alternativos para la operación que eviten una generación importante de las emisiones de GEI. Por ejemplo: resulta importante acudir al uso de tecnologías limpias para efectos de equilibrar estas cargas.
Debemos recordar que nos encontramos de frente ante una problemática global por los efectos del cambio climático, por lo que circunstancias mundiales presentadas tales como el COVID-19 no nos deben hacer olvidar esta problemática. No nos pusieron sobre aviso acerca del COVID-19, sin embargo, si lo hicieron con respecto al cambio climático.
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